Hoy les quiero agradecer a los dos inmensamente por ser los mejores hijos del mundo, los más pacientes y los más comprensivos.
Hoy regresamos de Acapulco e hicimos 8 horas. Entre pitos y flautas –jaja nunca he sabido por qué dicen así- hicimos más del doble de tiempo.
Con la camioneta –de Daniel- parada más de 2 horas seguidas y el resto del tiempo a vuelta de rueda, comimos, cantamos, vimos película, contamos historias, lloramos tantito, nos dormimos tantito, andamos en bici en la carretera, caminamos en la carretera, hicimos pipi en la carretera… y ustedes, pacientes y súper bien portados!