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QUERIDO KURUWI…

 

A la escuela que debería de ser la mamá de todas las escuelas…

 

A todas las Gutiérrez y a este gran sueño, a Gisela, Marce, Mine, Carmen, Mago, Clau, Meche, Susy, Chris, Mariana, Nelly, Dani, Karlita, Xóchitl, Lupina, Sandy, Lety, Ale, Diana, Don Raúl, Marco, Lalo, Gustavo, Moni, Suje, a la Mesa Directiva de Padres de Familia, a los que son parte importante de Kuruwi y no tuve la oportunidad de conocer personalmente, a todos los que han tocado los corazones de mis hijos en estos últimos dos años y a aquellos que tocaron y seguirán tocando los corazones de los niños de Kuruwi…

 

A los niños de Kuruwi y a los afortunados papás de los niños de Kuruwi…

 

Y a quienes ya no están en Kuruwi pero hicieron de Kuruwi lo que hoy es….

 

Y por qué no, a mis hijos, porque sin ellos no hubiera yo llegado a este espacio tan maravilloso…

 

GRACIAS!

 

Con un nudo en la garganta escribo esta carta para que sepan el gran impacto que sin saberlo, tuvieron en nuestra familia. Con un nudo en la garganta porque qué más quisiera yo que malabarear mi varita mágica, echar unos cuantos polvos para que se pudieran meter completos en mi maleta y llevármelos por el resto de nuestras vidas… Así de grande son para nosotros, y así de grande ha sido el impacto que han tenido en nuestras vidas.

 

Llegamos a Kuruwi a través de varias recomendaciones (Pili de Centyr, Claudia Molina ex mamá de Kuruwis y oídas y oídas de que era una excelente escuela) y después de la mejor junta que hemos tenido en nuestras vidas (ambos trabajamos, JC en una corporación y yo en mi propio negocio y las juntas son de todos los días).

 

Luego de hacer el proceso de admisión y que Pedro asistiera a la escuela durante 2 mañanas, Mariana y Lupina se sentaron con nosotros durante media hora a hablarnos de Pedro como si fueran sus tías… sabían de él mucho más que la mayoría (anécdotas, modales, muletillas, etc.), lo habían sentido y percibido tal y como él era… Habían detectado sus virtudes, fortalezas y sus debilidades y grandes oportunidades… sabían lo que podía convenirle a Pedro.

 

Mariana oficializó el tema y dijo: “Así que formalmente le damos la bienvenida a Pedro Madrigal a Kuruwi”… Yo aún no sabía bien a bien en qué me estaba metiendo, pero en ese momento, ya estaba conmovida…

 

A los seis meses tuve la misma experiencia con Tomás… Todos los días me acompañaba a dejar a Pedro y todos los días se quería quedar, lloraba y llegábamos a la casa de regreso y se inventaba su propia escuela, jugábamos a Kuruwi… Marce me dijo que aprovechara las ganas que tenía y probáramos… Entró a bebés a prueba un mes tarde y se quedó hasta el día de hoy…

 

Han pasado dos años, y no ha habido ni un día en el que mis hijos no salgan con una inmensa sonrisa en la cara, no ha pasado un día en donde no tengan aventuras que contar y aprendizajes que presumir…

 

En esos dos años yo aprendí seguramente mucho más que ellos… Aprendí que hay comunidades increíbles, aprendí que sí se puede tener un sistema educativo del que nos sintamos orgullosos, aprendí que los niños son chiquitos, pero son personas inteligentes, capaces y grandes, aprendí que tienen ellos mucho más que enseñarnos que nosotros a ellos y que si como adultos tenemos la capacidad de entregarles herramientas adecuadas el resultado puede florecer a velocidades inimaginables.

 

Qué más quisiera yo que quedarme en Kuruwi toda la vida… No por matemáticas, inglés o arte… sino por lo que hay de detrás… por su magnífica filosofía, por su amor a la enseñanza y por su fe en la humanidad y sobre todo en los niños… Por enseñarnos que claro que podemos llegar a ser seres amorosos, comprensivos, capaces, innovadores, autónomos, y sobre todo, con un gran amor propio que facilita todo lo anterior.

 

Gracias por todo y por siempre, gracias porque llevar uniforme nos enseña disciplina, gracias porque el uniforme que no nos tocó de grandes les enseña formalidad y respeto, gracias porque los horarios estrictos nos ordenan, gracias porque el poder meter el coche a la rotonda nos da seguridad, gracias por tener siempre abiertas las puertas para poder hablar, gracias porque los retardos nos recuerdan a las mamás lo importante que son los compromisos de nuestros hijos, gracias por la meditación que nos enseña a reconocernos como individuos que intervienen en un mundo, gracias porque nos enseña a modularnos y calmarnos, gracias por el regalo que nos da la meditación de paz y tranquilidad, gracias por la rueda de los ayudantes que nos empodera y nos enseña humildad, gracias por los grupos pequeños que nos dan diversidad y a la vez nos enseñan a tener mayor capacidad de concentración, gracias por los rincones que nos dan opción de elegir en base a nuestros gustos y habilidades desde chiquititos, gracias por ser bilingües de una manera tan profesional, gracias por los proyectos que le dan una probada a los niños de lo que es la vida de adultos, gracias por los ensambles que les permite cuestionarse, encontrar hipótesis, teorías y respuestas a tantas preguntas, gracias por ampliarles el vocabulario con palabras tan maravillosas como “perfecta manivela”, gracias por hacer la hora del lunch en grupo lo que evita que haya niños que coman solos, gracias por resolver el conflicto de una manera tan linda como hablando y no señalando, gracias por sus instalaciones tan alegres, gracias por enseñarnos a los papás lo que hacen nuestros hijos en ese museo tan espectacular, gracias por unas evaluaciones hechas con tanto amor y cariño donde reflejan que conocen perfecto a nuestros hijos y los quieren, gracias por no dejar hacer pasteles o fiestas ostentosas porque eso nos da a todos la oportunidad de pertenecer, gracias por alzar la voz cuando detectan un problema entre los padres con el fin de que eso no le llegue a los niños, gracias por cantar tanto con ellos, gracias por enseñarles valores y modales durante todo el día, desde saludar a cada uno por su nombre hasta comer sobre un mantelito y lavarse las manos y ponerse gel, gracias por decirles que si muchas más veces que no, gracias porque siempre hay alguien con quien hablar, gracias por dejar que los papás formemos parte de muchas maneras, gracias por los días del visitante que nos permite llevarles el mundo de afuera a los niños y eso inconscientemente va generando una orientación vocacional, gracias por dejarlos jugar con algo tan sencillo como el agua, hacer una fiesta al respecto, y hacerlo espectacular, gracias por la fiesta/posada más bonita de navidad, gracias por cultivarle a los niños las ilusiones, gracias por enseñarlos a subirse a un escenario y apoderarse de él, gracias por hacerlos hablar en público, gracias por todas las presentaciones que tienen que hacer, preparar y presentar ante sus amigos, gracias por enseñarlos a ser niños asertivos, flexibles y cooperadores, gracias por darnos la oportunidad de ver a nuestros hijos en ambientes escolares, gracias por promover la risa, gracias por buscar lo positivo y el brillo en sus ojos, por dejarlos ir un día en pijama, por enseñarles los sentimientos y qué hacer con ellos, por la maravillosa clase de desarrollo humano, por dejarlos soñar, por promoverlos y empujarlos a que construyan cohetes o lo que se les ocurra, gracias por dejarlos llevar juguetes, gracias por siempre decir y hablar con la verdad, gracias por jugar y por enseñarles a jugar justo, gracias por enseñarles a tomar turnos, gracias por divertirse con ellos y jugar el juego de las sillas a media mañana, gracias por reír hasta que duelan los cachetes con ellos y enseñarlos a decir “caracoles” cuando algo les pasa, gracias por inventar con ellos y decir chilaquiles para tomar una foto, por disfrutar lo pequeño como una catarina o una mariposa, gracias por enseñarles a comer primero lo nutritivo y luego lo divertido, gracias por enseñarlos a planear y que puedan escoger el rincón donde estarán al día siguiente; pero sobre todo mil mil mil gracias de corazón por enseñarnos a nosotros los padres lo importante que son los niños y a ellos lo importante que es ser niño, que existe la magia y la fantasía.

 

Sigan haciendo maravillas, son todos y cada uno de los que pertenecen a Kuruwi los mejores en esto, nosotros los tendremos siempre en nuestros corazones y en nuestros mejores recuerdos!

 

Son lo máximo, los queremos y tendrán por siempre una familia Kuruwi donde quiera que estemos, por ahora en Miami.

 

Por Siempre,

 

Tomás, Pedro, Juan Carlos y Tina…