Cuando nos vamos de viaje ni siquiera quiere voltear a ver el celular cuando le hablamos.
Quizá es su manera de castigarnos por el abandono.
Se da su taco.
No me siento.
Lo entiendo.
Es más sensible.
Y además sé que cuando regresamos regresa a ser el mismo de siempre.
Por ahora solo le importa lo que le vayamos a traer y lo que le hayamos dejado de sorpresa. Que cada vez me la complican más y sus exigencias para las sorpresas son más altas jaja… en lo que me metí!