Esta es una confesión, lidio de manera repetitiva con mi obsesión por el control. Un control que busco por apaciguar mi angustia. No una angustia por el orden, sino angustia por otras cosas que mi cabeza ha “aprendido” a “apaciguar” con controlar otras cosas.
Es decir, trato de controlar algo, porque no puedo controlar o manejar lo que en realidad me afecta y me angustia. Así como eso si lo logro “controlar” siento que mi angustia “baja”. En realidad no, en realidad estoy solo obsesionándome con algo pero el problema sigue ahí y de hecho aumenta la angustia real y profunda porque el “problema” no se ha arreglado.
Hoy tuve una terapia fuerte, me di cuenta que a veces soy una mame que quiere controlar todo. Demasiado, que estoy demasiado preocupada porque hagan lo que yo quiero, que recojan, que se vistan con lo que yo quiero, que me hagan caso, que hagan todo tal cual quiero, que vean el programa de tv que quiero, que no jueguen a cosas que no me gustan, que no sean amigos de gente que no me gusta, que no se peleen, que se laven bien los dientes, que no tengan errores, que hagan buena letra, que estén de buenas, etc…
PERDONENME… PERDONENME… PERDONENME…
No está bien, porque en el camino me dejo de dar la oportunidad de disfrutar, de ver lo bueno, de que me generen ternura, de jugar con ustedes, de embarrarme…
Darme cuenta de que si no alzo o alzo después no pasa nada, que si se embarra, que si huelen mal, que si no hacen la letra tan bonita, que si se visten sin combinar, que si etc. etc. etc. no pasa nada.
Pero si pasa si no se sienten queridos, si se sienten controlados, si no les doy chance de ser, ustedes!