Con todo el rush de las elecciones me entró una necesidad/ganas de ser parte del cambio, de esa vibra positiva incluyente que luchaba contra la impotencia de un líder como no debiera de existir otro.
Me empecé a meter y me enteré que un latino era el encargado de los eventos de la Casa Blanca. Conseguí su mail y nada. Conseguí su teléfono y nada y de pronto conseguí la dirección de su casa. Le manda una carta a mi parecer muy linda y unas flores espectaculares.
No obtuve respuesta y como no quería quedarme con las ganas le pedí al Malo que fuera a ver y preguntara. Preguntó. Y la respuesta fue nefasta, que sí lo habían recibido, pero que no eran las formas y no estaban interesados. La verdad es que hasta lloré… fue como un valde de agua fría. No sabía por qué esa respuesta tan mala onda.
Días después me tranquilicé pensando que lo que había mandado estaba hermoso, que era con una buena intención y que yo había hecho mi 50% completo. Que no funcionó no pasa nada. Así es la vida, llena de obstáculos. Que debiera de seguir intentando. Seguramente. Pero esa adrenalina que me hizo hacer todas esas cosas hermosas nadie me la quita.
El haber tan solo soñado con la posibilidad de trabajar ahí, de estar ahí, fue padrísimo.